Te miras al espejo pero no quieres mirar. Es que ya no sabes cómo hacerlo sin que salga la crítica, el dolor o la angustia. En tu reflejo se multiplican los años aunque no te sientes así.
Podrías ver las diferentes formas que crean a tus pupilas que son maravillosas, el color de tus ojos cuando la luz los ilumina o la sonrisa que se dibuja en tu rostro, marcando los rasgos de la felicidad, pero elijes ver otra cosa. Observas los parpados, los pliegues naturales de tus gestos y las marcas que hablan de tu paso por esta vida.
Podrías ver el conjunto de las facciones de tu cara, vinculadas a las fortalezas de tu personalidad, a las características de tus conductas, pero simplemente no lo haces. En oportunidades no te gusta lo que ves, hay veces que pasa mucho tiempo sin que te mires.
Te lavas la cara, afeitas o maquillas y hasta te cepillas tus dientes mientras tratas de ignorar lo que ese espejo te devuelve. Simplemente no te aceptas, te molesta verte y te enojas. ¿Y si incorporáramos al resto del cuerpo? Mirarte desnuda/o frente a frente, ¿Es un desafío? ¿Es casi como un insulto?
¿Y si te amigaras definitivamente contigo, si pudieras mirarte y decirte que te aceptas y te amas sin condiciones? Hay kilos demás, hay formas y deformidades, hay años y desgaste, hay un cuerpo que grita que lo amen.
¿Con los ojos de quien te miras? ¿Por qué tener estas expectativas y exigencias para aceptarte? ¿Quién te dijo que no vales? Puedes quedarte con lo que ves, con la crítica, el dolor o la angustia o decidir vivir con lo que eres, no eres solo una cara o un cuerpo, eres algo maravilloso, un sistema único, increíble y milagroso que solo necesita de tu aceptación y amor hoy.
Mucha vida para todos!!
Carlos Sánchez